Siria son de completo tutelaje por parte del Gobierno de Damasco. Esta relación entre sirios y libaneses, que cuenta con el beneplácito de los Estados Unidos, nuevo aliado sirio tras la desaparición de la URSS, se vio materializada en la firma de los acuerdos de mayo de 1992, una vez finalizada la operación militar internacional en la Guerra del Golfo, y después de que Siria enviase soldados al conflicto. A todo ello, cabe añadir que los dos países, separados por un régimen económico divergente, se necesitan.
Una semana más tarde, el 29 de noviembre, el patriarca cristiano maronita libanés, Nasrallah Sfeir, pedía mediante un texto firmado por todos los obispos maronitas la retirada del Ejército de Siria, reavivando, de nuevo, las permanentes disensiones confesionales del país, causa principal de todas las guerras que Líbano ha vivido, y principalmente de la Guerra Civil que asoló Líbano en los setenta y en la que los cristianos fueron los que salieron peor parados.
El documento acusaba asimismo a los obreros sirios que trabajan en Líbano, alrededor de setecientos mil, y al consumo de productos de origen sirio como factores principales de la crisis económica en la que se está precipitando el país.
Las altas jerarquías musulmanas libanesas, suní y chií, partidarias éstas a la presencia siria en Líbano, defendieron, junto con el presidente de la República, cristiano maronita y partidario de Siria, la política militar impuesta por el régimen de Damasco.
El potentado Hariri
El ganador de las terceras elecciones legislativas de Líbano después del final de la guerra, celebradas el 3 de septiembre, fue el multimillonario Rafic El Hariri, cuya fortuna se estima que equivale al producto interior bruto libanés. Hariri, que llevó a cabo una exhaustiva campaña mediática por sus radios, televisiones y periódicos, con un coste de más de 50 millones de dólares, ganó los votos de la capital, Beirut, e hizo morder el polvo a los dirigentes suníes, Selim El Hoss, anterior primer ministro, y Talam Salam, en repetidas ocasiones jefe de gobierno.
Hariri consiguió su victoria gracias a las alianzas con los dirigentes drusos, chiíes y cristianos. Asimismo, se ganó la confianza del electorado suní, desilusionado con el estilo de gobierno de Salim El Hoss, quien, a su juicio, les ha hecho perder fuerza en el Estado multiconfesional. Y, por supuesto, contaba con el beneplácito de Siria.
Las elecciones legislativas libanesas transcurrieron bajo un ... |