El año 1999 ha sido, en Francia, un año de extraños y trágicos sucesos. Si en algún lugar del planeta ha existido “el efecto 2000”, este ha sido Francia. Tan extraños han sido los hechos, que “el efecto 2000” fue acumulándose paulatinamente para acabar con una explosión final, como un castillo de fuegos artificiales. ¿Quién iba a decir que Francia se asemejaría más, el primer día del mítico 2000, a un país tercermundista que a uno de los principales motores de la economía mundial? |
Pues si extraño es que el primer día del año 2000 casi la mitad del territorio francés estuviera declarado como zona catastrófica, la costa bretona manchada de petróleo y que cerca de un millón de personas no tuvieran luz ni teléfono, no menos raros son los sucesos que han pasado, en Francia, a lo largo de 1999. Ha habido aludes mortales, han caído teleféricos desde ochenta metros —20 muertos en los Alpes franceses—, incendiado túneles —40 muertos en el Mont Blanc—, huido mafiosos de la prisión con helicóptero, casi en el centro de París y, si por si esto fuera poco, un ex dirigente nazi de cerca de noventa años, Papon, huyó de la policía francesa al ser extraditado desde Suiza a Francia.
Y como el año iba de sucesos extraños, Francia vivió su mayor polémica en Córcega, donde los cuerpos de seguridad hicieron de terroristas. El 21 de abril, la policía de élite francesa atentó, allí, contra un restaurante. La operación había sido dirigida por Bernard Bonnet, prefecto de la isla hasta que fue detenido por la policía que él dirigía. El caso Córcega trajo mucha cola y puede ejemplificar lo que ha sido el año político en Francia: la oposición, el partido neogaullista Reagrupamiento por la República (RPR), pidió a Jospin responsabilidades por la pifia policial y el primer ministro respondió que las responsabilidades son del RPR, que era el partido en el poder cuando se nombró a Bonnet. El RPR pidió una moción de censura contra el Gobierno francés, pero Jospin la superó sin problemas.
La derecha francesa aún no se ha recuperado de la derrota sufrida en 1997 en las elecciones legislativas. Chirac disolvió la Asamblea Nacional (con amplía mayoría conservadora) y convocó las elecciones para reforzar a Alain Juppé. La jugada de maestro de Chirac no salió como esperaba y le condujo a tener que cohabitar, en el gobierno, con el socialista, Lionel Jospin. La convivencia entre ambos políticos es muy tensa e incluso Jospin ha llegado a acusar Chirac de instigar escándalos, como el de la mutua de estudiantes, en el que un alto líder regional del Partido Socialista fue detenido por un fraude en la gestión de sus fondos, un incidente que manchó la imagen del Gobierno.
La crisis de la derecha francesa se agravó a principios de año, cuando Philippe Séguí dejó la presidencia gaullista del RPR por su disconformidad con la convocatoria, por parte de Chirac, de las elecciones de 1997. En las europeas del 13 de junio la derecha se hundió y ni el Frente Nacional ... |