Como pasó en 1998 con la visita del Papa Juan Pablo II, el mundo confió esperanzado en que la visita en mayo del ex presidente de Estados Unidos Jimmy Carter conseguiría abrir una brecha de libertad y democracia en el régimen de Castro. Y así fue durante los días anteriores y posteriores a la estancia de Carter, primer ex presidente estadounidense que llega a la isla en más de 40 años. Incluso el diario comunista “Granma” publicó en sus páginas de manera íntegra uno de los discursos que Carter realizó en La Habana. En cualquier caso, antes de la visita del ex presidente norteamericano, se produjo un acontecimiento con relevancia histórica en el contexto del sistema de Fidel Castro. El disidente Movimiento Cubano de Liberación -ilegal pero tolerado- presentó en el Parlamento el denominado Proyecto Varela, con 11.000 firmas de apoyo con nombres y apellidos, que exigía al Gobierno realizar un referéndum sobre cinco cuestiones básicas: libertad de expresión y asociación, amnistía para los presos políticos, mayor espacio para el libre ejercicio de prensa, una nueva ley electoral y elecciones generales libres en el plazo de un año. |
Además, distintas acciones, tanto en Cuba como en EE.UU., llamaron al optimismo. Entre ellas cabría destacar, por una parte, las numerosas voces políticas que desde Estados Unidos reclamaron el fin del embargo comercial, entre las cuales destacan la del gobernador de Illinois o la de un grupo de congresistas que empezó a trabajar en marzo para tratar de buscar una salida a la conflictiva relación entre ambos países, escenificada en el bloqueo económico estadounidense, que, según éstos, también hace daño a la economía norteamericana. Además, en clave de la relación entre EE.UU. y Cuba, hay que destacar el cese en diciembre del que fue durante menos de un año el secretario de Estado para Latinoamérica, Otto Reich, un reconocido ultraconservador y enemigo declarado de Castro. Asimismo, dentro de Cuba hubo noticias que llamaron al optimismo. Al margen de la presentación del Proyecto Varela, se produjo la liberación del más conocido de los presos políticos cubanos, Vladimiro Roca, que llevaba en la cárcel desde 1997, cuando hizo pública su oposición a las tesis del V Congreso del Partido Comunista de Cuba.
Pero no todo fueron noticias positivas que apuntaban a una apertura, aunque fuera parcial, del régimen castrista. Como respuesta a dos mensajes que el presidente de EE.UU., George W. Bush, mandó a su país en Washington y Florida, que reclamaban democracia para la isla, se realizó una “marcha nacional” en oposición a EE.UU. y a favor de la consagración del sistema socialista como “intocable”. Estas manifestaciones, que, según datos oficiales y de distintos medios de comunicación extranjeros, reunieron a un millón de personas en La Habana y a más de nueve millones en toda la isla –la población oficial de Cuba es de 11,2 millones-, fueron la previa a una votación para la reforma de la Constitución. Esta propuesta de distintos sectores sociales reclamaba que “Cuba es un Estado socialista de trabajadores, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de todos, como República unitaria y democrática para el disfrute de la libertad política, la justicia social, el bienestar individual y colectivo y la solidaridad humana”. Asimismo, la principal novedad de esta modificación fue la petición al Parlamento de “consignar expresamente la voluntad del pueblo de que el régimen económico, social y político consagrado por la Constitución es intocable”. 7.412.791 personas acudieron a los 129.000 puntos habilitados para firmar la propuesta de reforma ... |