del llamado Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS), se ha abierto en China un debate sobre el derecho de los ciudadanos a saber. Durante la crisis de la neumonía atípica, la Organización Mundial de la Salud (OMS) acusó a China de esconder información sobre el virus y de no colaborar con los organismos internacionales. De hecho, Pekín no permitió la entrada de la OMS al país hasta el 2 de abril (dos meses después de aparecer el virus) y hasta quince días más tarde no le permitió visitar los hospitales militares. La crisis del SARS provocó la destitución del alcalde de Pekín (la ciudad más perjudicada por la enfermedad) y del ministro de Sanidad: una señal más de la crisis interna del país.
La falta de información es y ha sido una de las más dramáticas medidas tomadas por el PCCh a lo largo de su gobierno. Desde finales de los años 90, por ejemplo, los índices de contaminación local eran considerados como información interna, y por lo tanto secreta. Durante quince años, el país asiático ha contado con una ley de secretismo que permite la no difusión pública de los temas considerados como “internos”. El secretismo ha sido tal, que incluso los diferentes departamentos del Gobierno no conocen la información que tienen los demás. Las demandas internas para cambiar estas restricciones se han incrementado. Además, con la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio (OMC), también el Gobierno se ha visto obligado a hacer público sus cifras “internas” sobre el comercio y la inversión.
Por este motivo, Pekín ha declarado estar preparando cambios en la ley que regula la libertad de información que podrían entrar en vigor el próximo año. Aunque, paradójicamente, los principales puntos de estos cambios son aún secretos, las fuentes oficiales afirman que el Gobierno deberá hacer pública la información que se ha mantenido callada y que los ciudadanos quieren saber. Sin embargo, aún hay que esperar dónde situará Pekín el nuevo limite, que marcará la separación entre la información que el ciudadano tiene derecho a saber y la información que debe permanecer, por seguridad, como secreto de Estado. De todos modos, muchos sectores de China no ven en este ámbito un futuro muy esperanzador, como mínimo a corto plazo, y aseguran que no habrá ningún cambio importante mientras el Gobierno no cambie la actual ley de secretismo.
Por otro lado, el pasado 1 de julio medio millón de personas salieron a las calles de Hong Kong en protesta por dos asuntos: la ... |