como nuevo mandatario de Azerbayan, y no dudaron en felicitarlo por su victoria. Por eso no es de extrañar que la Corte Constitucional también ratificara los resultados y aceptara al ganador como nuevo presidente de la república caucàsica.
Precisamente ha sido esta postura de los norteamericanos y de la OSCE lo que ha decepcionado más a Gambar, que ve que la situación del país no cambiará hasta que a las grandes potencias extranjeras, y en especial, los EE.UU., no quieran que cambie. Azerbayan es un país con unos grandes yacimientos de petróleo, se encuentra en las puertas del Cáucaso y ha aceptado acoger los nuevos oleoductos norteamericanos del BTC (Bakú-Tbilisi-Ceyhan); no es de extrañar pues, que las únicas críticas que haya recibido por parte de la comunidad internacional hayan sido por parte de la ONU.
Gran parte de la población azerbayana, que traía muchos años esperando que el viejo Aliev se retirara del poder, no aceptó que Ilham continuara con los mismos métodos corruptos que su padre, y cuando el 15 de octubre los azerbayanos acudieron finalmente a las urnas, estalló la revuelta. La tensión provocada por las irregularidades de los comicios hizo salir a la calle a más de un ciudadano indignado. Los seguidores del bloque ‘Nuestro Azerbayan’, la coalición de 30 organizaciones políticas que apoya la candidatura de Isa Gambar, reclamó la victoria del partido de la oposición con el 60% de los votos.
Aun cuando la revuelta popular tuvo unas dimensiones considerables, no hizo balanza con la dura represión policial que acabó con la muerte de algunos ciudadanos y con varios centenares de heridos en el hospital. Sin olvidar los más de 700 detenidos, ya sea por formar parte de algún partido de la coalición Nuestra Azerbayan, por haber participado de la revuelta callejera o por haberse limitado a denunciar la corrupción del nueve presidente.
La oposición, todo y tener el apoyo de una parte importante de la población, dificilment conseguirá ganar unas elecciones. La única solución sería optar por la vía georgiana con su reciente revolución de 'terciopelo', en la que el pueblo se unió en una revuelta común en contra del presidente Shevernadze. Pero Azerbayan no es Georgia; Aliev tiene un control sobre su territorio mucho más eficaz que el viejo Sheverdnadze, y al parecer, no está dispuesto a perder su poder bajo ninguna circunstancia.
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