A punto de cumplir 47 años en el poder, Fidel Castro se ha volcado en una cruzada contra la corrupción para recuperar los valores de la revolución, mientras presume de una salud de hierro a sus 79 años frente a los rumores que llegan desde Estados Unidos sobre su presunto mal de Parkinson. “Todos los días me matan; un día dije que el día que me muriera de verdad nadie lo iba a creer”, bromeaba el comandante en uno de sus mítines del pasado año, pues no ignora las dudas que planean sobre el futuro de Cuba tras su muerte, por lo que a continuación aseguró que en la isla están previstas todas las “medidas” que se aplicarían en caso necesario para evitar “sorpresas”. |
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Estas medidas se han ido materializando en los últimos tres años, pero especialmente durante este 2005, cuando el Gobierno cubano ha intensificado su campaña de centralización de su economía con el objetivo de recuperar la “esencia del socialismo” y corregir los “errores” de las “políticas económicas del pasado”. Bajo el nombre de plan de “reordenamiento” económico, Castro ha emprendido una batalla “contra la corrupción” que se ha generado en el seno del sistema comunista, y “contra el despilfarro” de los bautizados como “nuevos ricos” que, a su parecer, desequilibran la economía del país. De este modo, el comandante hizo efectiva a finales de año una subida parcial de las tarifas eléctricas que afectó principalmente a los “nuevos ricos” de la población que hasta ahora podía permitirse un relativo mayor consumo eléctrico.
Entre los nuevos ricos se encuentran intermediarios comerciales, empresarios, gerentes, campesinos privados y arrendatarios de habitaciones a extranjeros que buscaron por cuenta propia distintas estrategias para sobrevivir a la crisis surgida en Cuba tras el derrumbe de su patrona la Unión Soviética. Con estas estrategias, basadas en “especulaciones, desvíos de recursos y otras formas de enriquecimiento ilícito”, según el Gobierno cubano, los “nuevos ricos” lograron “grandes ingresos monetarios”.
Asimismo, en 2005, Castro aumentó los salarios y las pensiones de algunos sectores desfavorecidos de la población e inició una campaña de “inspección y control social” dirigida especialmente a comercios, gasolineras y negocios privados, entre otras medidas de tipo social y económico. El objetivo de esta campaña es garantizar el cumplimiento de las normas que rigen cada profesión y que marca el Gobierno, así como impedir cualquier tipo de especulación o enriquecimiento ilícito.
Ante el descontento de la población, Fidel Castro justifica el incremento de las tarifas eléctricas alegando que es una consecuencia directa de la subida a nivel mundial del precio del combustible, pero derivada también de “la despreocupación ciudadana en cuanto al gasto de electricidad, dado su ínfimo precio” en Cuba, y de las “grandes desigualdades entre los que reciben pensiones y salarios relativamente bajos y los que se benefician de grandes ingresos monetarios” de forma ilícita.
Pero éstas no son las únicas medidas del ataque gubernamental a los “nuevos ricos”. A principios de noviembre, el presidente cubano inició una ofensiva consistente en ... |