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Anuario 2006 Argentina Armenia Bielorrusia Bolivia Brasil Chile China Colombia Congo Corea del Norte Corea del Sur Cuba Estados Unidos Georgia Guatemala Japón Kenia México Mozambique Nicaragua Nigeria Perú Ruanda Rusia Somalia Sudáfrica Taiwán Ucrania Uzbekistán Venezuela Zimbabue |
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Cuba Fidel Castro delega el mando a su hermano Raúl El eterno dilema entre transición o puro continuismo “Tú no te puedes morir, yo sí”, le dijo Fidel a Hugo Chávez en una ocasión, antes de enfermar, refiriéndose a que la revolución cubana estaba bien atada. Pese a la fachada continuista, Raúl Castro estuvo, en 2006, rodeado de un grupo de líderes políticos cubanos que podrían llevar a Cuba a una apertura económica. China sería, en este caso, un ejemplo para Cuba de apertura económica sin renunciar a un sistema de partido único. En este sentido, Raúl pudo haber tomado nota en su reciente viaje a China en 2005. Seis hombres fueron escogidos por Fidel en el momento de diseñar su sucesión. La idea consistía en que una dirección compuesta por seis políticos gobernase Cuba, junto a Raúl, de manera colegiada. El grupo de líderes políticos que iban a acompañar a Raúl en este futuro incierto lo formaban dos grupos, uno con responsabilidades ejecutivas y otro con responsabilidades financieras. El primero lo componían los siguientes miembros del Buró Político del Partido Comunista de Cuba (PCC): José Ramón Balaguer, ministro de Salud Pública y muy ortodoxo ideológicamente; y dos de los cinco vicepresidentes, Carlos Lage y José Ramón Machado, expertos en educación, pero también ortodoxos expertos en la organización interna del PCC y del Gobierno de las provincias. Este primer grupo lo cerraba otro de los vicepresidentes: Esteban Lazo. En el segundo también se encontraban Carlos Lage, junto a Francisco Soberón, presidente del Banco Central, y Felipe Pérez Roque, ministro de Relaciones Exteriores. Esta ortodoxia presente en la mayoría de la dirección política que asumió las riendas de Cuba junto a Raúl, parecía acotar los cambios a una cuestión estrictamente económica y alejaba la posibilidad de una transición democrática promovida desde el mismo Gobierno cubano. Aun así, Raúl se distanció de su hermano cuando dijo, en noviembre, en un congreso estudiantil, que su estilo de gobierno estaba más abierto al debate, a la discrepancia y al ascenso de nuevas generaciones. Dijo que así fue en su gestión de las FAR. Raúl también explicó que a él, a diferencia de Fidel, no le gustaba hacerse notar más de lo imprescindible y que por eso pensaba seguir manteniendo la discreción mostrada en sus primeros meses de Gobierno. Lo que de momento sí que mantuvo Raúl en 2006, aparte de seguir aprovechando el buen momento que vive la economía de la isla, fue la represión contra la disidencia interna y el encarcelamiento de 300 opositores, buena parte de ellos periodistas. |
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